martes, 30 de agosto de 2016

Segunda vez que vacío el congelador.

De pesadillas más largas me he despertado,
y de noches más suicidas que la vida del funambulista empeñado en hacer equilibrios sobre la cornisa, he vivido.
Y ahora muero cada vez que abres la boca y no pronuncias mi nombre.

Sufre mamón, entre polvos pica-pica.

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